Entrevista a Emilia Carballo: “Soy Charrúa y así me presento al mundo”
De tez morena, pómulos salientes, ojos rasgados, y de cabello negro, descalza, con ropas muchas veces confeccionada por ella, Emilia Carballo se gana la vida como artesana. Y como si su voz calara la tierra aclara y repite con orgullo: “soy charrúa”.
“No nos exterminaron a todos en la Matanza de Salsipuedes de 1831”, afirmó esta mujer indígena que dialogó largamente con EL ECO, reivindicando su pasado , defendiendo su presente, y las costumbres adquiridas de sus ancestros.
Emilia nació en Bella Unión y ya de grande –ahora tiene 46 años- se instaló en Montevideo. Viven con ella sus hijos y su pareja que “no es el padre de mis hijos”.
Siempre sintió que no era como las demás personas occidentales, algo la empujaba a estar más en contacto con la tierra, con la naturaleza, aplicar costumbres propias de los indígenas. Siendo adolescente se bajó de un ómnibus en Montevideo al lado de un auto de lujo con chapa de Punta del Este. Uno de los hombres que iba en el auto le dijo al otro señalándola: “Vos que molestás preguntando dónde están los charrúas, mirá, ahí va caminando una”.
Esa frase fue el disparador final para reconocer quién era en realidad, y comenzó un largo camino. Decir “soy charrúa” no es fácil, la miran con desconcierto, con desconfianza, la discriminan, pero su alma ancestral puede más.
En un edificio de apartamentos, sencillo, al fondo vive con su pareja y sus 4 hijos, no tiene luz, ni agua, contó a EL ECO. Para bañarnos nos resguardamos entre un naranjo y una pitanga. Ahí preparamos las infusiones con hierbas. Ahí me baño en verano e invierno.
Sus hijos hacen “música, teatro, hip hop, pero tienen bien claro que son charrúas y mantienen las costumbres indígenas. Cuando iban al liceo era difícil pero un adscripto nos ayudó mucho, porque los chicos tienen arraigado eso de que somos lo que tenemos. A mí también me discriminaban en el liceo me decían ‘Pocahontas’ porque me trataba poco con los compañeros. Pero siempre me interesó aprender, leer, estudiar. La lectura y el aprendizaje está muy fuerte en mí y eso me ha ayudado a defenderme en la vida”
Emilia elabora la ropa con “tela de algodón o la que hace algún inchalá”, o si tiene que comprar trata de que no sea de marca “que no sea de multinacionales porque lo que hacen es explotar a los trabajadores”.
También hace los jabones y champúes, remedios caseros con hierbas de la naturaleza y las artesanías que elabora muchas salen de la tierra. “Tenemos problemas con los partos, quisiéramos parir en cuclillas pero no nos dejan. Hay cosas que sentimos que son muy fuertes, pero la sociedad occidental no comprende”, señaló
“Hay gente que viene una vez y no más a nuestra casa, es gente que nos margina que no nos comprende, pero tengo amigos también dentro de las comunidades no indígenas. No soy clasista no discrimino a las personas por nada. No tengo ningún problema con nadie”, sostuvo en su charla con EL ECO.
Se considera una mujer “feliz”, aunque cuando me he reunido con indígenas de Argentina y Brasil –ahora no por la pandemia- nos pasó que había compañeras andinas que eran muy de hacer chistes, bromas, y nosotros éramos como más parcas, más buscando lógicas y encontrarle el motivo a las cuestiones”. Y aclaró que “muchas veces nos reímos de nosotros mismos”.
Le gustaría ser “nómade pero con un circuito definido. Y poder vivir en una casita como las de los horneros, bañarme en el río, entre los juncos, hacer un gran fuego todos los días”. Pero la realidad es que vive en un espacio reducido se baña entre dos árboles y las fogatas son pequeñas.
Datos censales
Si alguien se presenta como charrúa lo más común es que no se le crea, porque en Uruguay está muy arraigado que los indígenas fueron todos exterminados en Salsipuedes. Pero según el censo de 2011 el 5% de la población uruguaya cree tener ascendencia indígena. Y según investigaciones genéticas que ha aportado el Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, 37% de la población uruguaya tiene al menos un ancestro indígena, y en departamentos como Tacuarembó asciende a 62%. Sin embargo, según las últimas investigaciones del departamento, aún no se ha encontrado linaje indígena por la vía paterna en Montevideo.
Para la arqueóloga Mónica Sans, eso comprueba que en Salsipuedes se mató a los hombres charrúas. A las mujeres, niñas y niños los repartieron de forma planificada en las estancias y en las casas de Montevideo con fines de esclavitud doméstica y sexual.